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viernes, septiembre 27

UN CAMBIO DE DISPENSACIÓN

UN CAMBIO DE DISPENSACIÓN

Dr. William Soto Santiago
Domingo, 10 de enero de 1993 (P.M.)
Cayey, Puerto Rico.

Ahora, cuando Dios hace un cambio de dispensación, vean ustedes todas las cosas que ocurren: Algunas personas no quieren caminar al compás de estos cambios dispensacionales, algunos se quedan en una dispensación pasada, como le ocurrió al pueblo hebreo y como ocurrió también en diferentes edades de la Iglesia gentil: Dios comenzaba una nueva edad, y las personas tildaban de loco al mensajero de esa nueva edad, y tildaban de locos a las personas que creían el nuevo Mensaje y al nuevo mensajero; y los perseguían algunas veces hasta la muerte.
Pero con todo y eso, Dios estaba en esos cambios de edades; eran cambios divinos, eran cambios realizados en el Cielo, relacionados al trato de Dios con el pueblo.
Pero las personas que no comprendían estas cosas se quedaban atrasados, se quedaban fuera de la nueva edad, del nuevo Mensaje, en donde estaban las bendiciones para ese tiempo.
Toda persona que se queda en una edad o en una dispensación que ya ha pasado, se queda sin las bendiciones de Dios que están siendo derramadas del Cielo para ese tiempo.
(...) Ahora, vean ustedes, se dobló una esquina: de la Ley a la Gracia; y se dobla una esquina de la Gracia al Reino, a la Dispensación del Reino.
Algunos no comprenden estas cosas y quieren seguir en la Dispensación de la Gracia. Algunos se van directo, cuando se ha hecho un cambio de dispensación, o sea, se ha doblado una esquina. Porque Dios no está haciendo un muro sino una casa: la Casa, el Templo del Señor Jesucristo.
Hemos visto lo que es un cambio de dispensación, hemos visto que no todo el mundo comprende estos cambios de dispensaciones y no todo el mundo lo ve, no todo el mundo lo entiende y hace el cambio; sino aquellos a quienes les es revelado, esos son los que pueden ver, los que pueden entender y doblar esa esquina con el mensajero de esa nueva dispensación, que es el instrumento de Dios para ese cambio de dispensación, o sea, para la construcción de esa esquina.

http://carpa.com/es 

jueves, octubre 4

La profecia de los dos Olivos

6 de noviembre 2010                        Cayey, Puerto Rico -

Para esta ocasión leemos en el libro del Apocalipsis o Revelación, en el capítulo 11, verso 1 en adelante.

El aceite como oro representa al Espíritu Santo. Los dos árboles de olivo y las dos ramas, vean, ahí tenemos a los ministerios que están señalados para este tiempo final: los ministerios de los dos testigos, que son los ministerios de Moisés y Elías que estarán repitiéndose en este tiempo final, y por eso es que encontramos en Apocalipsis, capítulo 11, que las mismas señales o los mismos juicios que trajo el Espíritu Santo a través de Moisés y a través del profeta Elías, nuevamente son traídos estos juicios por el Espíritu Santo, por Dios, bajo el ministerio y tiempo del ministerio de estos dos testigos que están prometidos para este tiempo final. Esas son las dos ramas de olivo, son los dos Olivos y son también los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la Tierra.
En el Antiguo Testamento tenemos los tipos y figuras. Allá el templo o tabernáculo y luego el templo tiene todo el tipo y figura del Templo celestial, de lo que hay en el cielo. Encontramos el Lugar Santísimo de ese tabernáculo y luego del templo que construyó Salomón, que es tipo y figura del Lugar Santísimo del Templo celestial, y el propiciatorio que está sobre el arca del pacto, que es la tapa del arca del pacto y es de oro puro y tiene dos querubines, uno a cada lado, mirando uno a un lado y otro al otro mirando hacia el arca del pacto, encontramos que son tipo y figura también de estos ministerios, y que en el Cielo estos ministerios vienen a ser los de Miguel y Gabriel, esos son los dos Olivos en el Cielo, en el Templo celestial, están delante de Dios.


miércoles, septiembre 5

La edad eterna

31 de octubre del 2010 - Tomo 86  -         Cayey, Puerto Rico -

Bueno, para esta ocasión buscamos en Apocalipsis, capítulo 4, versos 1 al 5.

Ya tenemos Vida eterna espiritual, y viene el momento en que tendremos Vida eterna física, Vida eterna en el cuerpo físico que será glorificado, así como Cristo tiene Vida eterna física en Su cuerpo, porque es un cuerpo glorificado.

Nuestro tema en esta serie: “LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO,” será: “LA EDAD ETERNA.”
Nos dice en este pasaje de Apocalipsis que Juan escuchó una Voz del Cielo que le dijo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.” Es la misma Voz de Cristo que ha estado en medio de Su Iglesia desde su nacimiento el Día de Pentecostés, es la misma Voz que estuvo en medio de la Iglesia, durante sus siete etapas o edades, en medio de la Iglesia entre los gentiles, las siete edades de la Iglesia entre los gentiles, es la misma Voz que estuvo hablando a través de San Pedro como el mensajero para los judíos en el tiempo allá de los apóstoles en el comienzo del Cristianismo desde el Día de Pentecostés en adelante.

Y ahora, San Pablo nos dice que Dios nos ha hablado por el Hijo, por Jesucristo, dice: “En estos postreros días,” o sea, que cuando Dios estaba en Cristo hablándole al pueblo hebreo y llevando a cabo todas aquellas maravillas, ya habían comenzado los días postreros, ya se estaba en el primero de los días postreros delante de Dios que para los seres humanos es el primero de los milenios postreros, o sea, el quinto milenio.
Quinto milenio es el primero de los días postreros, sexto milenio es el segundo de los días postreros, y el séptimo milenio es el tercero de los días postreros, y ya de acuerdo al calendario gregoriano estamos viviendo en el séptimo milenio de Adán hacia acá, o tercer milenio de Cristo hacia acá, por lo tanto ya hemos entrado conforme al calendario gregoriano al Día Postrero o tercer milenio de Cristo hacia acá, por consiguiente cuando decimos: “Estamos viviendo en los días postreros,” podemos identificar en cuál de los días postreros estamos viviendo: en el último de los días postreros, en el Día Postrero del cual Cristo dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero.”
Ese es el tiempo que nos ha tocado vivir y por esa causa es en este tercer milenio de Cristo hacia acá, que Cristo va a llevar a cabo la resurrección, para lo cual completará Su Iglesia cuando haya entrado al Cuerpo Místico de Cristo hasta la última persona que tiene su nombre escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, esas son las personas llamadas por Cristo “las ovejas del Padre que le han sido dadas para que las busque y les dé Vida eterna; porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” (San Lucas, capítulo 19, verso 10 y San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14).

Extracto tomado de  http://www.carpa.com/es/2010/10/la-edad-eterna-0

jueves, agosto 9

EL ESPÍRITU SANTO HABLANDO A LAS SIETE EDADES DE LA IGLESIA

Domingo, 24 de octubre de 2010
Cayey, Puerto Rico

Encontramos que Cristo, el Ángel del Pacto en medio de Su Iglesia es el mismo Ángel del Pacto que libertó al pueblo hebreo luego de haber aparecido a Moisés en una zarza allá en el Monte Sinaí, allá en el territorio del Sinaí le apareció mientras Moisés pastoreaba las ovejas de su suegro Jetro, y le habló a Moisés diciéndole: “Yo soy el Dios de tu padre,” el padre de Moisés es Amram, descendiente de Leví, por lo tanto, es Moisés de la tribu de Leví.
Le dice: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,” ¿cómo este Ángel que le aparece a Moisés es el Ángel de Dios, siendo el Ángel de Dios le dice: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”? es que el Ángel que le aparece a Moisés, el Ángel de Dios, es la imagen del Dios viviente, es el cuerpo angelical de Dios, es esa teofanía de Dios a través de la cual aparecía Dios a Adán, a Abel, a Set, le apareció también a otros hombres de Dios como a Enoc, como Matusalén, como Noé, luego también a diferentes personajes como Abraham, Isaac, Jacob, también es el Ángel que le aparecía y le hablaba y le revelaba a José el hijo Jacob, es el Ángel del cual Jacob cuando estaba bendiciendo a los hijos de José, dice: “El Ángel que me liberta de todo mal, bendiga estos niños.”
La bendición de Dios viene por medio del Ángel de Dios, el Ángel del Pacto, así como la creación del mundo invisible (primeramente) y del mundo visible, fueron hechas por Dios a través de Su Ángel, el Ángel del Pacto, que es... era, es y será eternamente el cuerpo angelical de Dios. Por eso dice la Escritura que a Dios nadie le vio jamás, el unigénito hijo que está en el seno del Padre, Él le declaró, le ha dado a conocer.
Por medio del Ángel del Pacto es que la humanidad, antes de la aparición de Jesús en la Tierra, llegó a conocer a Dios como esta descendencia de Adán que ha venido por la linea de Set, pues Caín mató a Abel y no tuvo descendencia. Pero Abel es tipo del Mesías que moriría, tipo de la primera venida del Mesías; y luego Set es tipo de la segunda venida del Mesías, y también Abel es tipo en la venida del Señor, de la venida del Mesías y por cuanto Abel murió, moriría el Mesías en Su primera venida, y luego por cuanto Dios levantó otra semilla, otra simiente, descendencia a Adán y a Eva, Set naciendo es tipo de Cristo resucitado, tan sencillo como eso.
Y ahora, así como la descendencia de Set por la cual vinieron Enoc, Matusalén, también Noé y también los que entraron al arca, entre los cuales estaba Sem, y a través de Sem luego más adelante vinieron sus descendientes, los descendientes de Sem, entre los cuales está Taré, de Taré vino Abraham, de Abraham vino Isaac, de Isaac vino Jacob, y de Jacob vinieron los hijos de Jacob, doce hijos y una hija, doce hijos que formaron con sus descendientes las doce tribus de Israel, y por una de esas tribus: la tribu de Judá, vino Isaí, y de Isaí vino David el rey amado de Israel, amado por Dios y amado por su pueblo, y de esa linea es que vino Jesús.
O sea, Jesús no era cualquier persona, era un Príncipe de la casa de David, de la dinastía de David. A esa dinastía de David pertenecen: la virgen María, que vino de la linea de Natán hijo de David, y José su esposo que vino de la descendencia de Salomón, o sea, que José era un príncipe de esa dinastía y también la virgen María era una princesa y por consiguiente Jesús era un Príncipe, el Príncipe prometido que vendría y que moriría en Expiación por los pecados de Su pueblo y de toda persona escrita en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero para remisión de sus pecados por medio de la Sangre del Mesías.
Luego el Mesías Príncipe estando en la Cruz dijo, hablando de Su pueblo, el pueblo hebreo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen,” estaban ciegos a la verdad divina de que Jesús era el Mesías prometido que aparecería en Su ministerio en la semana número setenta de la profecía de Daniel, capítulo 9, versos 21 al 27, y después de cierto tiempo Jerusalén sería destruida y el templo también, de lo cual también Cristo profetizó diciendo en el capítulo 19 de San Lucas, versos 41 en adelante dice:
“Y cuando llegó (esto fue en Su entrada triunfal a Jerusalén) cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella,
diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.
Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán,
y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.”
No conoció el tiempo de la visitación divina en la persona de Jesús, no conoció el tiempo de la visitación divina en Su ungido Jesús. Recuerden que Cristo, Mesías, lo que significa es ungido, el ungido con el Espíritu Santo en medio de ellos estaba entre ellos en Su ministerio por tres años y medio, y ellos fueron cegados a la primera Venida del Señor, por eso fue que Jesús en la Cruz pidió perdón para ellos, porque Dios había cegado a Su pueblo, a Sus hijos, para que no lo vieran, para que no entendieran y no lo recibieran para que se pudiera llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Y por esa causa Cristo oró para que Dios el Padre los perdonara, por eso ninguna persona debe hablar mal del pueblo hebreo por lo que pasó dos mil años atrás con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario. Recuerden que era un Programa Divino lo que estaba llevándose a cabo. Ellos van a recibir la venida del Mesías en este tiempo final, ellos están esperándolo, ellos están esperando un hombre, un hombre ungido con el Espíritu de Dios, del cual en algunos libros donde hablan acerca de la venida del Mesías para el Día Postrero, comentan que ni aún ese hombre sabrá que él es el Mesías hasta cierto tiempo, o sea, hasta que sea ungido con el Espíritu de Dios como el Mesías.
Miren lo que dice Cristo en el capítulo 23 de San Mateo, versos 37 al 39, luego de haberse cumplido la entrada triunfal de Jesús como Rey a Jerusalén en el capítulo 21 en donde Sus discípulos lo proclamaron el Rey de los Judíos, lo proclamaron el Hijo de David y decían: “Bendito el Reino de David que viene, hosanna al Rey que viene en el Nombre del Señor,” en el evangelio según San Mateo, el evangelio según San Marcos, el evangelio según San Lucas, en todos esos lugares nos habla de la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén, pero no fue recibido como Rey y así estaba profetizado, por lo cual Dios tuvo que cegar a Su pueblo Israel, y sobre todo a los líderes del concilio del sanedrín incluyendo el sumo sacerdote.
Aunque algunos del concilio del sanedrín, como Gamaliel, José de Arimatea y también otro hombre, un maestro de Israel: Nicodemo, sabían que nadie podía hacer aquellas obras, aquellas señales, si Dios no estaba con él, por lo tanto, reconocían que Jesús era un hombre enviado de Dios para ese propósito, el cual Él estaba cumpliendo.
Pero vean ahora a Jesús hablando de una segunda entrada a Jerusalén, de una segunda entrada del Mesías al pueblo hebreo, eso nos habla de la segunda venida del Mesías para el Cristianismo, y para el pueblo hebreo, pues será la primera, porque a Jesús no lo recibieron como Rey.
Y ahora, leamos capítulo 23 de San Mateo, versos 37 al 39 que dice:
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!
He aquí vuestra casa os es dejada desierta.
Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.”
Esta profecía de Jesús no se ha cumplido todavía, no se cumplió en los días de Jesús, no se cumplió en los días de los apóstoles, no se cumplió en los días de los siete Mensajeros del Señor Jesucristo en medio de la Iglesia del Señor; pero se va a cumplir en este tiempo final, en este tiempo final van a ver la venida de Elías en Su ministerio en el Día Postrero, o sea, que van a ver el ministerio de Elías siendo repetido por quinta ocasión, porque cuando promete que Elías vendrá primero y restaurará todas las cosas, encontramos que el cumplimiento final será en este tiempo en el Día Postrero, en donde Elías aparecerá conforme a Malaquías, capítulo 4, versos 5 al 6, donde dice:
“He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible (o sea, antes que comience la gran tribulación Elías estará aquí).
El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.” Antes que Dios hiera la Tierra con maldición con las plagas, con los juicios divinos como hizo con Egipto en el medio del tiempo en que apareció Moisés para liberación del pueblo hebreo, antes que Dios hiera la Tierra con maldición, con esos juicios divinos, Elías estará aquí.
¿Y qué será la venida de Elías para el pueblo hebreo? Será la venida de un hombre con ese ministerio, no es que Elías literalmente volverá, es el Espíritu Santo operando el ministerio de Elías por última ocasión. Así también habrá en el Día Postrero otro ministerio muy importante que será el ministerio de Moisés siendo repetido en este tiempo final, si contamos la ocasión en que se cumplió en Jesús, luego sería entonces una tercera vez, si no contamos esa ocasión, entonces será una segunda ocasión. Para algunos será una segunda ocasión y para otros será una tercera ocasión.
Pero, ¿qué será? Un Profeta como Moisés viniendo en el Día Postrero para el pueblo hebreo, será el ministerio de Moisés y el ministerio de Elías, el cumplimiento de la venida de los dos Olivos de Zacarías, capítulo 4, versos 1 al 14, y Apocalipsis, capítulo 11, versos 2 al 14, será el ministerio de Moisés siendo operado por el Espíritu Santo en un hombre del Día Postrero, tan sencillo como eso. Y el ministerio de Cristo, de Jesucristo en el Día Postrero, el Espíritu Santo lo estará operando nuevamente. Por lo tanto, tenemos esos tres ministerios prometidos para ser manifestados, operados por el Espíritu Santo en el Día Postrero. El pueblo hebreo verá el ministerio de Elías siendo operado por el Espíritu Santo en un hombre que aparecerá y estará llevando a cabo la introducción del Mesías para el pueblo hebreo y llevando a cabo la introducción del Reino de Dios para el pueblo hebreo.
Y ahora, estamos hablando de lo que estará aconteciendo en este tiempo final, ya para ese tiempo habrán terminado las siete etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles, la Iglesia comenzó con Judíos allá en Jerusalén, eran judíos de diferentes partes del territorio de Israel, y luego... eso fue en el tiempo de los apóstoles desde el Día de Pentecostés en adelante, en pentecostés nació la Iglesia del Señor en la cual el Reino de Dios ha estado en la esfera espiritual, y luego cuando pasa el Evangelio de Cristo a los gentiles, Pedro llevó el Evangelio a los gentiles al llevarlo a la casa de un oficial romano, y luego San Pablo también lo llevó a los gentiles a Asia Menor. San Pedro fue el líder, mientras vivió, de la Iglesia en medio de los judíos, pero San Pablo fue el líder, el Mensajero de la Iglesia en el cual estaba el Espíritu Santo dando la revelación para la Iglesia entre los gentiles, en aquel tiempo también hubo muchos judíos entre los gentiles que entraron a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Pero también hubo muchos gentiles de diferentes nacionalidades, y entre ellos también de las tribus perdidas que vivían en Asia Menor. No sabemos el porciento de hebreos, vamos a decir hebreos, porque al decir judíos, si lo examinamos bien, judíos son de la tribu de Judá, pero se ha familiarizado mucho el nombre judío con todos los hebreos y se les llama judíos a todos los hebreos, pero si hacemos la diferencia lo que es un descendiente de Judá y un descendiente de cada tribu, entonces podemos hacer la separación, y también como reino, el reino de Judá está compuesto por la tribu de Judá y la tribu de Benjamín a la cual también se unieron muchos levitas o la mayor parte de los levitas, la tribu de Leví, y aunque ellos no tenían herencia, un territorio o una tribu como herencia, o la tribu de Leví no tenía un territorio que dijeran: “Este es el territorio de la tribu de Leví,” sino que en diferentes tribus les fue dada una parte, ciudades para habitar los levitas.
Y el reino del Norte... eso fue luego de la división del Reino de David, luego de esa división, que fue en el tiempo de Roboam hijo de Salomón, por causa del pecado que cometió Salomón, el cual adoró ídolos, lo cual estaba prohibido y por lo cual Dios le dijo que rompería su reino, rompería el Reino de David, o sea, lo iba a dividir en dos, pero no en los días de Salomón por amor a David, sino en los días del nieto de David que sería el hijo de Salomón: Roboam, y diez tribus le fueron dadas a Jeroboam, un descendiente de José por la linea de Efraín.
No podían ser dadas esas diez tribus a otra persona al principio o primeramente, ¿por qué? Porque José, por medio de sus hijos y sobre todo Efraín, tenía la Bendición de la Primogenitura y por lo tanto la mayor parte de las tribus le fueron dadas a Efraín en la persona de Jeroboam, se parecen los nombres: Jeroboam y Roboam, a Jeroboam le fue añadido el “Je,” “j,” “e,” que está relacionada a Dios también, y así quedaron diez tribus gobernadas por la casa de Efraín y por consiguiente por la tribu de José; recuerden que la tribu de José está compuesta por dos tribus: la tribu de Efraín y la tribu de Manasés. La Bendición de la Primogenitura corresponde a José en la persona de los hijos de José que son Efraín y Manasés, y la mayor parte corresponde a Efraín, porque en la bendición que Jacob echó sobre los hijos de José en el capítulo 48 del Génesis, dijo que Manasés formaría un pueblo grande, un pueblo, tipo y figura del pueblo hebreo, pero Efraín formaría multitud de naciones, y la multitud de naciones nos habla de los gentiles y por consiguiente entre los gentiles la descendencia de Efraín estaría con esa bendición.
Y por consiguiente esa Bendición de la Primogenitura dada a Efraín, el cual es tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo, así que hay un misterio en el Cristianismo en la Iglesia del Señor Jesucristo, y que la Bendición de la Primogenitura pasó a la Iglesia del Señor Jesucristo por nuestro José, que es Cristo, por consiguiente la Bendición de la Primogenitura corresponde a Cristo y Sus hijos, Su descendencia, y Su descendencia es los miembros de Su Iglesia, y por eso es que Cristo nos ha limpiado con Su Sangre de todo pecado como dice Apocalipsis, capítulo 1 y el capítulo 5 y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, son Reyes y Sacerdotes del Reino celestial los hijos de Dios por medio del segundo Adán, por medio de Cristo, tipificados en Efraín. Y Cristo representado en José.
Los tipos y figuras no fallan, la venida de Cristo, del Mesías para el Día Postrero está representada en José, en José entre los gentiles recibiendo a sus hermanos y revelándose a sus hermanos, revelándose a sus hermanos cuando vio a Benjamín. Benjamín representa los ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, esos son los elegidos de Dios del pueblo hebreo, los escogidos de Dios del pueblo hebreo, esos van a verlo y lo van a reconocer en Su venida, van a reconocer al Mesías en Su venida en el Día Postrero, van a ver también y reconocer a Elías, y van a ver y reconocer a Moisés también, y van a ver y a reconocer al Mesías en Su venida en este tiempo final.
Hay una bendición grande entonces para el pueblo hebreo, todo va a cumplirse en forma común para los seres humanos, pero en forma divina delante de Dios. Será la mano de Dios, la obra de Dios obrando en el cumplimiento de lo que Él ha prometido para el pueblo hebreo y también para la Iglesia del Señor Jesucristo.
La Iglesia del Señor Jesucristo va a ver esos ministerios ¿dónde? Pues en medio de la Iglesia, porque el Espíritu de Dios se movió a la Iglesia del Señor Jesucristo. Recuerden que Cristo dijo: “He aquí yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo,” San Mateo, capítulo 28, verso 20, el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo ha estado en medio de Su Iglesia todo el tiempo, produciendo el nuevo nacimiento, reproduciéndose en hijos e hijas de Dios, hijos e hijas de Dios por medio del segundo Adán, por medio del Espíritu de Cristo manifestándose en medio de Su Iglesia de etapa en etapa, de edad en edad, enviando diferentes Mensajeros a Su Iglesia.
Siete grandes Mensajeros Él ha enviado a Su Iglesia en medio de los gentiles, el primero de y enviado a Su Iglesia entre los gentiles fue San Pablo, y el último fue el reverendo William Branham, el primero fue San Pablo enviado en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles, y el último, el séptimo, fue el reverendo William Branham enviado en medio de la Iglesia en el tiempo de la séptima edad de la Iglesia en Norteamérica. Así ha ido la Iglesia del Señor Jesucristo de etapa en etapa creciendo, como la escalera que vio Jacob cuando tuvo el sueño allá en el capítulo 28, versos 11 al 28 del Génesis, y él dijo: “Esto es casa de Dios y puerta del cielo, y yo no lo sabía,” y la Iglesia es Casa de Dios bajo el nuevo Pacto, y puerta del Cielo porque allí está la puerta del Cielo que es Cristo, el cual dijo en San Juan, capítulo 10, verso 9: “Yo soy la puerta, el que por mí entrare, será salvo, y entrará y hallará pastos.”
Él es la puerta angosta de San Mateo, capítulo 7, versos 13 al 14, de la cual dijo que la puerta era angosta y el camino era angosto, el camino y la puerta que llevan al cielo es angosto, pues es Cristo, Él también dijo en el capítulo 14, verso 6 de San Juan que nadie viene al Padre, sino por Él: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.”
Esa es una verdad muy grande la cual, el que la entiende, recibe a Cristo como su Salvador para llegar a Dios, al Padre y ser reconciliado con Dios por medio de Cristo y Su Sacrificio realizado en la Cruz del Calvario. Muchas personas piensan que pueden llegar a Dios, que pueden ser reconciliados con Dios sin Jesucristo, y eso es imposible, pues el mismo Cristo dice: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.”
Naide puede llegar a Dios y ser reconciliado con Dios sin el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, no hay otra forma, y Cristo lo dijo. Recuerden que en el pacto antiguo para las personas ser reconciliadas con Dios el día diez del mes séptimo de cada año, se efectuaba el día de la expiación en donde un macho cabrío era sacrificado por los pecados del pueblo y otro macho cabrío no era sacrificado, sino que el sumo sacerdote colocaba sus manos sobre ese macho cabrío, confesaba los pecados del pueblo y lo enviaban lejos por medio de una persona asignada para ese propósito. Ambos machos cabríos representan a Cristo: el que es sacrificado y su sangre llevada al Lugar Santísimo y esparcida por el sumo sacerdote sobre el Lugar Santísimo, sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio que es el arca del pacto, encontramos que representa, ese macho cabrío, a Cristo muriendo en la Cruz del Calvario.
Y el otro macho cabrío sobre el cual son confesados los pecados, representa a Cristo bajando al infierno con nuestros pecados, porque Él tomó nuestros pecados, Dios colocó sobre Él nuestros pecados, descendió al infierno en Su cuerpo angelical que es el Ángel del Pacto, el cuerpo angelical y allá llevó los pecados del pueblo y los dejó allá, los retornó al diablo que fue el originador del pecado, y resucitó justificado, sin pecados, tomó, entró al seno de Abraham, el paraíso allá, de aquel tiempo y salió con ellos en la resurrección. Abraham, Isaac, Jacob y todos los santos del Antiguo Testamento están en el Cielo, fueron resucitados cuando Cristo resucitó, y fueron raptados, arrebatados al Cielo cuando Cristo subió al Cielo también.
Todo eso es tipo y figura... la resurrección de Cristo y la resurrección de los santos del Antiguo Testamento y el rapto, tipo y figura para la venida del Señor en el Día Postrero y arrebatamiento de los santos que van a resucitar y de los vivos que van a ser transformados, y nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Ahora, viendo al Espíritu Santo hablando a las siete edades de la Iglesia, a través de los siete Mensajeros enviados a la Tierra con el mensaje de Dios para cada tiempo, los que estaban escuchando a esos Mensajeros y recibiendo Su mensaje, vienen a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo.
La Escritura dice: “El que tiene oídos para oír, oiga,” el Espíritu estaba hablando por medio de esos Mensajeros, y escuchar al Espíritu Santo hablando, era escuchar al Espíritu Santo hablando a través de esos Mensajeros el mensaje correspondiente a la edad en que cada persona estaba viviendo, eso era escuchar la Voz de Dios por medio del Espíritu Santo a través de esos Mensajeros. Y la obra que vemos que fue realizada en cada etapa de la Iglesia por cada uno de esos Mensajeros, fue la obra del Espíritu Santo, la obra de Cristo en medio de Su Iglesia, hablando y obrando, realizando el Programa Divino, el Programa Divino para cada etapa de Su Iglesia.
Esas personas pertenecientes a esas edades, que han muerto físicamente, resucitarán en este tiempo final, en el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, pues la resurrección Cristo la señaló para el Día Postrero, dice: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero,” en el capítulo 6 de San Juan, del verso 39 en adelante ustedes encontrarán que Cristo habla de la resurrección para el Día Postrero, el capítulo 6, verso 39 hasta el 58 menciona la resurrección para el Día Postrero unas cuatro a cinco veces. Y aún cuando fue a resucitar a Lázaro, el cual es tipo y figura de los santos que resucitarán en el Día Postrero, y Cristo le dice a Marta en el capítulo 11 de San Juan, versos 21 al 27: “Tu hermano resucitará,” Marta le dice: “Yo sé que resucitará en el Día Postrero,” ella sabía que la resurrección es para el Día Postrero.
Y el Día Postrero, por cuanto un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día, dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y el Salmo 90, verso 4, el Día Postrero delante de Dios, el milenio postrero para los seres humanos en donde ocurrirá la resurrección de los creyentes en Cristo que han muerto físicamente y la transformación de los vivos creyentes en Cristo, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, siendo para el séptimo milenio de Adán hacia acá para los seres humanos, para los creyentes en Cristo, y de acuerdo al calendario gregoriano ya estamos en el séptimo milenio de Adán hacia acá, o tercer milenio de Cristo hacia acá. Por lo tanto, los creyentes en Cristo en este tiempo están esperando la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de los vivos creyentes en Cristo para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, para lo cual pues están esperando la venida del Señor, porque el Señor vendrá primero al paraíso donde están los creyentes en Cristo que han muerto físicamente, y luego a los creyentes en Cristo que estarán vivos, al paraíso irá para la resurrección de ellos en cuerpos glorificados, y entre los vivos vendrá para la transformación de ellos, para todos, con cuerpos eternos, glorificados, ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Ahora, hay uno o más misterios en la venida del Señor para el Día Postrero, pero eso lo vamos a dejar quietecito, pues estamos hablando del Espíritu Santo hablando a las Iglesias de las siete edades o a las siete edades de la Iglesia.